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NECESITAMOS ATENDER LA EMERGENCIA EDUCATIVA
Jueves 03 de Marzo, 2011

El Papa Benedicto XVI en una carta dirigida a los educadores, hace ya un tiempo, les hablaba de la urgente necesidad de una educación en valores, meditando acerca de los efectos que provoca en la sociedad su ausencia, dando cuenta de una existencia de cimientos inestables donde faltan las certezas esenciales. Comentaba que la exigencia de una educación que se precie como tal, no solo viene de la sociedad en su conjunto, que ve con temor cómo las bases de la convivencia social se ponen en duda, sino de los mismos jóvenes, que en su intimidad claman por estos valores porque no quieren quedar abandonados ante los desafíos de la vida.
Concretando sus reflexiones, el Papa dio algunos requisitos comunes para una auténtica educación que hemos resumido a continuación.
• “La cercanía y confianza que nacen del amor. Todo auténtico educador sabe que para educar tiene que dar algo de sí mismo y que sólo así puede ayudar a sus alumnos a superar los egoísmos para poder, a su vez, ser capaces del auténtico amor”.
• “En un niño pequeño ya se da, además, un gran deseo de saber y comprender, que se manifiesta en sus continuas preguntas y peticiones de explicaciones. Ahora bien, sería una educación sumamente pobre la que se limitara a dar nociones e informaciones, dejando a un lado la gran pregunta sobre la verdad, sobre todo sobre esa verdad que puede ser la guía de la vida”.
• “El sufrimiento de la verdad también forma parte de nuestra vida. Por este motivo, al tratar de proteger a los jóvenes de toda dificultad y experiencia de dolor, corremos el riesgo de criar, a pesar de nuestras buenas intenciones, personas frágiles y poco generosas: la capacidad de amar corresponde, de hecho, a la capacidad de sufrir, y de sufrir juntos”.
• “Encontrar el equilibrio adecuado entre libertad y disciplina. Sin reglas de comportamiento y de vida, aplicadas día tras día en pequeñas cosas, no se forma el carácter y no se prepara para afrontar las pruebas que no faltarán en el futuro. La relación educativa es ante todo el encuentro entre dos libertades y la educación lograda es una formación al uso correcto de la libertad”.
• “A medida en que va creciendo el niño, se convierte en un adolescente y después un joven; tenemos que aceptar por tanto el riesgo de la libertad, permaneciendo siempre atentos a ayudar a los jóvenes a corregir ideas o decisiones equivocadas. Lo que nunca tenemos que hacer es apoyarle en los errores, fingir que no los vemos, o peor aún compartirlos, como si fueran las nuevas fronteras del progreso humano”.
• “La educación no puede prescindir del prestigio que hace creíble el ejercicio de la autoridad. Ésta es fruto de experiencia y competencia, pero se logra sobre todo con la coherencia de la propia vida y con la involucración personal, expresión del amor auténtico. El educador es, por tanto, un testigo de la verdad y del bien: ciertamente él también es frágil, y puede tener fallos, pero tratará de ponerse siempre nuevamente en sintonía con su misión”.
Termina el Papa Benedicto diciendo en sus carta, que en la raíz de la crisis de la educación se encuentra una crisis de confianza en la vida, e invita a poner en Dios nuestra esperanza. “Sólo Él es la esperanza que resiste a todas las decepciones; sólo su amor no puede ser destruido por la muerte; sólo la justicia y la misericordia pueden sanar las injusticias y recompensar los sufrimientos padecidos”.